martes, 18 de enero de 2011

Días cortos y encajados.

Los gritos y los susurros son lo mismo porque igual son llamados. Pero el grito es fuerte y envalentado, mientras que el susurro es débil y tímido; se cierra en los más profundo de su eco, si es que llega a tener eco, para decir un simple 'sí'. Pero es que ese 'no!' es demasiado fuerte y preferimos alejarnos, salir corriendo y meternos a nuestra habitación a pensar si corrimos lo suficiente o si debemos escapar más lejos o más rápido. Bueno el hecho es que la fuerza no cambia nada.

Anoche te divisé entre un barco de cartón que no absorbía agua, y que flotaba como si fueran flores bailando en el fuego para no ser quemadas. Te veía en lo más allto como un colibrí queriendo tocar acordeón en medio de un bosque desértico. Y yo te veía. Tus ojos color arco iris, diría yo, porque no conozco el color de tus ojos, aunque los haya visto muchas veces así fuera para huir a tu mirada cortante y preguntona. Esa mirada de niño pequeño que quiere saber todo, pero que su papá nunca le dice nada, o nunca le dice la verdad; porque siempre se inventa unicornios y pájaros invisibles que ladean su cuerpo y lo transportan a un Marte en la tierra, y en la baldosa que está pisando, o, en su defecto, la tierra que está pisando. Y no podía dormir.

Y como la adulación es la mayor forma de insultar a alguien, te digo que eres lo que siempre esperé y lo que siempre quise encontrar. Eres exactamente el ave que quisiera extirpar con una pala; y eres el libro que me induciría a inestimables excitaciones mentales para brindarme el temor de voltear la página para sentir más estupor en mi cuerpo. Eres esa sinfonía que me haría bailar y soñar despierto, mientras corro, canto, grito y bailo, solo para mí. Pero como soy honesto, no lo eres.

Esa flor de la naciste que luego pisaste, quemaste y orinaste, es lo que yo ahora consumo, porque la sobras y cenizas de algo destrozado son tan exquisitas que nadie quisiera probarlas. Pero yo las pruebo por intentar algo nuevo. Y ahora se me únen a esta habladuría dos princesas con pieles rojas, iris plateado y cabello de girasol, para bailar conmigo sobre los árboles que ya no dan frutos, porque el baile hace florecer cada espina con la que atravesaríamos a las personas que más apreciamos, porque lo merecen. No es que la personas que queremos sean las peores persona con nosotros, no, solo que debe ser bonito atravaesar con espinas a alguien cercano, y sentirr la culpa de que uniste a la naturaleza a alguien que no es tú. Pero asi pasa muchas veces.

Solo quiero decir que aunque me hago más grande y viejo, bueno no tan grande, sigo queriendo jugar con mariposas con cachos para que me hagan correr cuando me rocen las extremidades, y poder llegar a un bosque color plateado, y distinguir entre ellos a aquellas señoritas sensualmente espeluznantes que me conducirán a un jardín de espinas dorsales coloreadas con tiza para que yo descubrra si saben a caramelo, o a hígado de petirrojo. Pero bueno, eso será después. Mientras espero el día, comeré pastel con sabor a pastel, y no con sabor a tierra, amapola o tulipán.

1 comentario: