Es increíble el infinito número de situaciones en las que nos damos cuenta de eso, y más increíble aún es la forma de darnos cuenta. ¿Por qué tenemos que llorar para darnos cuenta? ¿Por qué debemos perderlo para descubrir que lo necesitamos? ¿Por qué debemos enojarnos y alejarnos para darnos cuenta? Claro, dirán que porque es así cómo debemos darnos cuenta, pero no. Yo, la verdad, preferiría darme cuenta riéndome a carcajadas hasta no poder más con un buen amigo, mientras nos tomamos una cerveza y nos fumamos unos cuantos cigarrillos; darme cuenta mientras veo uno de mis programas favoritos; darme cuenta cuando salgo a bailar con mis amigos y a pasarla bien; o darme cuenta cuando me como mi plato favorito. Pero tengo que ser como los demás y darme cuenta cuando me embriago hasta el punto que me doy cuenta, como si quisiera embriagarme solo para llegar al punto de darme cuenta de las cosas, porque es que tal vez, y sólo tal vez, cuando llegamos al máximo punto de ebriedad al que podemos llegar, somos más conscientes de algo que no queremos reconocer estando sobrios. Dejamos el orgullo, la decencia y esas cosas atrás, y nos damos cuenta. Cuando nos vamos a acostar y pensamos en ello, y nos sentamos a llorar hasta que ya preferimos no hacerlo para no hacer ruido, nos damos cuenta. Ya no hay ira ni hay indiferencia. Pareciera que el llanto fueran todas esas palabras que quisimos decir en el momento apropiado, pero no las dijimos por miedo a ceder o a expresar algo que el orgullo dijo que era mejor no expresar si antes alguien no lo expresaba.
Ahora pregunto: ¿Por qué en esas situaciones sí nos damos cuenta? Pues que porque en esos estados es cuando estamos libres de presión y podemos decir las cosas cuando queramos y como queramos, y nos podemos dar cuenta más fácil. Yo digo que es porque cuando uno sufre y se siente incómodo y llega al punto de tener que recurrir a eso, es cuando uno se da cuenta de eso, y de que vale demasiado como para darse cuenta viendo televisión, bailando, o tomándose una cerveza con un amigo. Pero de todas formas prefiero esas situaciones para darme cuenta.
Sólo puedo decir: Tranquilo, aún no sé de qué me he dado cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario