Como muchos otros, antes era un apático al movimiento social estudiantil, y me parecía que no debía emplear mi tiempo en eso, cuando podía estudiar o tomarme un café. Con el tiempo, me di cuenta que no es sólo eso. Con el tiempo me di cuenta de que no soy sólo yo, sino que tengo compañeros de semestre, de carrera, de facultad, de universidad, y que no podía ser ajeno a esto. Si estudio, se supone que lo hago para poder actuar después. ¿Y por qué no empezar a actuar desde ya? ¿Por qué no empezar a darme cuenta de la fuerza que tengo como ser humano, ser político y social como lo dice Aristóteles, y mejor aún, emplearla?
Pues sí, empecé a marchar, a gritar, a cantar, a pintarme la cara, con el mayor compromiso que este exige, como si mi vida y mi futuro dependieran de ello. Y de hecho, así es. Entendí que la presión social ejercida por nosotros los estudiantes, que somos los futuros gobernantes, los futuros empresarios, ingenieros, músicos; somos los creadores de nuevos logotipos, de nuevos libros, y de muchas investigaciones; es bastante fuerte e invencible.
Sé que para una buena cantidad de gente esa teoría de 'el pueblo unido jamás será vencido' y de 'la unión hace la fuerza' puede ser bastante dudosa y poco efectiva. Pero yo no la entiendo como una teoría, la entiendo como una práctica que resulta indudablemente eficaz y útil. Cuando uno se mete a una marcha, canta, grita, corre, y sonríe al darse cuenta de que hay mucha gente como uno, marchan y gritando, con la cara pintada o con un cartel, probando que a la práctica esto sí funciona. Ahí es donde me apropié del movimiento estudiantil como estudiante de universidad pública, que es lo que soy. Yo no sé si los estudiantes de universidades privadas en su mayoría, sepan lo que se ir puntual a una asamblea de programa, de facultad, o general. No sé si sepan qué es gritar en esas asambleas que viva la universidad. No sé si sepan lo que es madrugar a marchar con toda la universidad porque queremos una educación pública de calidad. No sé si sepan lo que es tener que chupar gas, y arrastras a una persona desconocida pero que se sabe es estudiante para que esté bien. Pero lo que verdaderamente estoy seguro de que no saben, es del sentimiento que entra por todo el cuerpo al ver tanta gente, tantos estudiantes, profesores y funcionarios en la misma tónica de luchas por lo que merecemos; ese picazón en todo el cuerpo que estremece cada uno de nuestros vellos al gritar que somos estudiantes, y que estamos unidos y que lo lograremos todo. Sentir el orgullo de ser estudiante y de estar luchando por lo mío, por lo de mis amigos, mis enemigos, y muchos desconocidos que se convierten en compañeros, es algo inigualable.
Evidentemente no sólo son marchas, sino también conciertos, performances, flash mob, y ollas comunitarias. El sentimiento de la olla es lo más parecido a un paseo de olla pero en la calle. Sólo que acá hay más unión, así no conozca mucha de la gente que está comiendo de la olla. Estar presente ya es suficiente orgullo. Ver aplaudir a los transeúntes que nos dicen que nos apoyan y los autos y motocicleta pitando en apoyo a nuestra causa, es una de las cosas más alentadoras que pueden existir para mí, y para muchos estudiantes como yo. La gente y nuestros compañeros resulta ser nuestro motivo para seguir en pie de lucha, y siempre resistiendo.
Varias de mis clases me enseñaron que para crear un nuevo orden, la propuesta empieza siendo vista como un desorden, transgresor al ya establecido, pero una vez se establece el desorden, se vuelve un orden. Los que me dicen revoltoso y revolucionario, la verdad me halagan. Porque nosotros somos el desorden que luego logrará instaurarse como orden. Ahí estará reflejada nuestra victoria como movimiento social estudiantil, y donde nos daremos cuenta que este tiempo de lucha habrá valido la pena. Volantear, gritar, explicarle a la gente, pintarnos la cara y madrugar a marchar y a las asambleas, e incluso aguantar hambre hasta la hora que esté la olla, valdrán la pena. Lo sé, porque soy estudiante; porque estoy impregnado de sociedad, de colectividad, y de unión. Lo sé, porque acá estoy, intentando explicar que me siento orgulloso de estar existiendo, me siento orgulloso de ser un estudiante más en este mundo, y de ser un factor de cambio junto a los demás estudiantes que dejan de ser desconocidos, y se convierten en compañeros y hermanos.
Esto que está ocurriendo y esto que con fuerza hemos logrado, es la muestra de que podemos hacer muchas cosas, y que jamás debemos desfallecer. Somos nosotros ahora, y después serán otros que también lucharán y defenderán con intelecto, libros y mucho arte las imposiciones que se les hagan. Porque todos somos gente, todos somos estudiantes, todos somos pueblo, y unidos debemos mantenernos. Quiero hacer la invitación a que, no importa en dónde se encuentren, no importa que estén haciendo ahora o en un futuro, siempre y cuando sigan luchando por nuestra educación, por nuestros derechos, por lo que es nuestro, y principalmente, por nosotros mismos, podremos lograr lo que nos propongamos hoy, mañana, y siempre.
Muy bueno parce!!!
ResponderEliminarME GUSTAN LOS ESTUDIANTS Jardin de nuestra alegría... No les asuntan las balas ni el ladrar
ResponderEliminarde la jauría... Que vivan los estudiantes porque son la levadura del pan que sale del horno... Que viva toda la ciencia