Cruzando la avenida, teniendo que cruzar tres semáforos a pie, conociendo la falta de inteligencia vial y educación en tránsito que no tiene la mayoría de los usuarios de los diferentes vehículos de transporte público y privado, tuve que hacer, como siempre, acrobacia, piques y demás para poder cruzar la avenida. Resulta ser, para mí, un gran ejercicio de concentración en el cual tu vida depende de tu atención, agilidad y concentración.
Sin embargo, en esta ocasión, tuve una desconcentración bastante radical, al escuchar un "¡Joven Julián!", desde un andén, mientras yo estaba en la mitad de una de las vías, caminando afanado para que no me cogiera el color verde. Al verme obligado a voltear mi cabeza para saber quién era el de la voz gruesa pero sabrosona que gritaba mi nombre, me sorprendí. El señor Uriel, que había conocido hace unos meses, que cuidaba carros y además cantaba de una manera espectacular, me saludaba. Sonreí de forma amable, alcé mi brazo en ademán de saludo y grité "¡Señor Uriel!", mientras yo seguía mi rumbo, y él también.
Cabe anotar, que en esta ocasión, el señor Uriel no tenía una vestimenta andrajosa como en la ocasión en la que me pidió un cigarrillo y tuvimos la conversación tan particular que logramos entablar, sino que al contrario, utilizaba un pantalón, un saco verde, y zapatos, lo cual me dio a pensar que posiblemente su situación ha mejorado gradualmente desde nuestro encuentro. Tal vez, y solo tal vez.
Mientras y seguía caminando, me enfoqué en especular sobre qué podría estar haciendo el señor Uriel actualmente, ya que no lo había vuelto a ver cuidando carros. Tal vez sí está en el coro de canto de alguna iglesia, o canta en bares, o tal vez consiguió un empleo que le ha permitido vestirse de manera decente. Pero sobre todas estas cosas, tenía claro que el señor Uriel había tomado una decisión, y esa era progresar y no estancarse más.
Ojalá el señor Uriel explote su voz, y aprenda a tocar guitarra, para que él mismo componga sus canciones y que todas salgan de su voz. Espero nunca verlo en televisión, porque me rompería el corazón verlo ahí, ya que el señor Uriel es de esos personajes que no se notan nunca, que no son famosos, y que tienen un talento y una historia bella por contar no en un libro, ni en nada tangible, sino que se cuentan en las memorias de las demás personas. Quisiera en un futuro saber en qué está trabajando el señor Uriel, o verlo cantando en la calle con su guitarra, siendo una historia más, una bonita, que no busca fama, sino seguir la vida con tranquilidad y naturalidad.
Si fui yo, o fue otra cosa lo que impulsó a que este personaje tomara fuerzas, no me importa, pero lo intentó y lo está logrando. El señor Uriel se llama como mi papá y cuidaba carros mientras cantaba. Ahora, el señor Uriel se viste bonito, sigue cantando y espero no verlo cuidando carros nunca más, pero sí espero verlo otra vez en la calle, cantando junto a su guitarra, que espero ya la tenga, y decirle "¡Señor Uriel!", junto con una sonrisa amable y mi brazo alzado en ademán de saludo, mientras sigo caminando, pero no molesto por el clima, sino satisfecho de que mis días habrán de ser mejores por haber conocido antes al hombre que canta con su guitarra en la calle.
Y dejaré de llamarlo 'el cuidador de carros que sabía cantar', para llamarlo 'el señor que cantaba en las calles', así yo sepa que se llama Uriel como mi papá, porque no quiero que se haga famoso y ni tener que verlo en televisión porque no me gustaría
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