La gente puede decir que soy muy frío, que porque trato de manera desafiante y con desdén a la gente. Puedo ser directo, honesto y humillante en todas sus presentaciones, y definitivamente eso no me interesa. Pero le recuerdo a usted, que soy un ser humano, y por consiguiente, siento hasta la raíz de mis nervios, los sentimientos que soy capaz de provocar.
Déjeme decirle que me he acostumbrado a permanecer en solitario todas las noches; de estar rodeado de mucha gente en las mañanas y en las tardes; de estar hasta tarde viendo las estrellas, fumando, riendo, e interiorizando mi jornada.
Déjeme decirle que aunque permanezca solo, no significa que no quiera estar con nadie, ni que lo necesite. Estar aislado en las noches es de sonrisas individuales e invisibles, de golpes sordos e incluso, de orgasmos diminutos e insignificantes.
Pero, debo decirle que tengo ataques de paranoia, de gritos, llantos y preocupaciones desesperadas que salen como animales en mi habitación, y yo me encuentro indefenso totalmente, mientras mi mente ataca con imágenes desgarradoras. Le digo que ahora que está usted, la paranoia se muere, la soledad se equilibra, las sonrisas son diferentes. Ahora que está usted hay más cosas, más conversaciones, más sentimientos.
Me automediqué el amor y a corto plazo ha funcionado. Me automediqué el amor, pero no sé si a largo plazo pueda erradicar la enfermedad venérea que resulta ser mi personalidad; no sé si automedicarme provoque mi curación; si me vacune, o aumente este decaimiento, pero sé que ésta es mi droga, mi adicción, mi perdición.
Agradezco que puedo decir esto, y decírselo a usted, porque sus sonrisas y sus besos le dan levedad a mi alma, así sea una adicción. Sus besos y sus caricias no hacen juego con los míos, pero sí con mis sentimientos y algunos pesares.
Estoy dejando gente atrás y no me importa; estoy drogándome casi a diario y no me importa. Rompí mi rutina y me tiene sin cuidado, porque estoy desequilibradamente bien.
Se está enamorando? Qué bonito, ...
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