Puede ser importante para muchos. Pero para muchos otros, que se ven pocos, resulta ser el deseo de querer días normales, en los cuales se viva como siempre, y que todos tengan el mismo valor en nuestras vidas. Para mí es un medidor de qué tanto ha cambiado mi vida y mi entorno a lo largo de mi existencia.
Pensar en la ropa y en regalo que recibí en las pasadas navidades, es muy diferente a como estoy vestido en este momento, y al regalo que he recibido. La navidad se ha convertido en una festividad mercantil, dentro de la cual, si no compras un regalo o tu muda de ropa para estrenar, compras bebidas embriagantes o comida en exceso para compartir con tus seres queridos.
La navidad ha perdido el propósito espiritual que supuestamente tenía. Cuando yo era más pequeño, recuerdo que yo sólo pensaba en ver la pólvora en el cielo, comerme un pedazo de pavo que no me gustaba, y recibir el juguete que yo quería, aunque nunca lo recibiera. Ahora soy vegetariano, así que me toca pasar estas festividades a punta de buñuelo, natilla y ensalada de papa; la pólvora sólo me interesa para fotografiarla porque prefiero las estrellas, y agradezco la cámara que me han regalado porque me facilitará muchas cosas.
Antes quería verme bien, ahora solo me interesa sentirme cómodo. Antes, la navidad se vivía hasta las 4 de la mañana del 25 de diciembre, porque mis papás ya estaban cansados y decidían que nos fuéramos a casa. Ahora, no dura ni hasta las 11 porque ya no hay gente para pasarla bien, y no hay las fuerzas para hacerlo. Ya no hay ni la misma cantidad de comida que había antes. Sólo suena la misma música y el mismo alboroto que nunca cambia. Ahora, termino en mi casa de crianza tomando cerveza con mis papás, porque no tengo amigos para salir en Neiva, ya que mis amigos ahora se encuentran en Popayán.
Las costumbres navideñas se han venido deteriorando y se empiezan a convertir en reuniones familiares, fuera de lo festivo o internacional que pueda llegar a ser. Mientras muchas personas están bailando y embriagándose celebrando el nacimiento del niño Jesús, que posiblemente nunca nació, otras personas, que cada vez son más, están queriendo que este día sea normal.
Hay personas que no quieren estar con su familia bebiendo alcohol, sino que quieren terminar su año en una montaña, encontrándose consigo mismos. Hay otras personas que se duermen temprano porque el día anterior se trasnocharon mucho, y hay otras personas que se engoman con su regalito y solo les importa eso. A mí, me gustaría que este día fuera normal, para no tener que viajar a mi tierra y quedarme en donde vivo porque la paso bien, y me siento mejor, sin necesidad de que sea navidad, de que me den un regalo, o me compren ropa.
Yo quiero que la navidad no tenga esencia mercantil, y que la navidad sea una reunión de amigos, comiendo, fumando y bebiendo, mientras charlamos y tocamos música. Yo quiero que la navidad sea con el regalo de la amistad. Yo quiero que la navidad sea como todos los días, o que no exista, o que siempre sea navidad; que no pensemos en sobrevivir sino en vivir. Yo quiero que la navidad sea felicidad, con muchas o una persona. No me gusta que la navidad sea un momento de ganar afectos con felicitaciones y buenos deseos falsos, sino que sea un momento de reafirmar los lazos ya creados.
Cuando pasas dos navidades seguidas en tu casa comiendo buñuelos y tomando cerveza, te das cuenta que esa magia no existe, que Papá Noel nunca nació y que los regalos te los compran. Cuando pasas una navidad queriendo irte a pasar un rato con tus amigos y reír mucho, te das cuenta de eso no se supone que es la navidad. Yo no quiero tener que viajar a mi tierra que porque es navidad, sino que quiero tomarme un café y ya, porque es como los otros días.
Informo que la próxima navidad la pasaré conociendo algún lugar turístico, o tomándome un café con mis amigos, cantando canciones, riéndome, fumando y bebiendo de a poco como si fuera un día normal, porque l navidad termina siendo siempre una día como los demás, en el fondo de su ano dilatado y destruído.
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