lunes, 27 de junio de 2011

Alina y sus 'yos'.

Cuando hacemos o realizamos ese proceso y actividad de introspección, y de encontrarnos a nosotros mismos en nuestro propio ser, se dice que nos conocemos a profundidad, y hallamos parte de nuestro ‘otro yo’. La creación de diferentes personalidades de una misma persona se llega a considerar inherente al ser humano, tendiendo no sólo a no tener una sola personalidad, sino a tener varias, y mostrar solamente una. Como dicen coloquialmente, “todos tenemos una bestia por dentro”, y eso es lo que tiene tanto Alina como los demás seres humanos materiales e imaginarios. Según esta cuestión, no somos uno, sino varios, pero varios formamos uno.

Nos encontramos en la dualidad de dos personalidades totalmente diferentes jugando en un solo ser humano, y Julio Cortázar reproduce en el diario de Alina Reyes una dualidad que se presenta y se manifiesta en el largo, tedioso y dudoso transcurrir de nuestras vidas en el mundo real-material. Entonces, según Cortázar, hay un solo cuerpo, pero diferentes personalidades de una misma personalidad, que se derivan y que están dentro del ser, y no se manifiestan más que en la mente y el imaginario de la persona. Estas personalidades jamás se mostrarán en la realidad. Pero ¿cómo sabemos qué es lo real? ¿Será nuestra realidad lo que hay en el exterior o lo que hay en nuestro interior? Cortázar pone de representante de todos los seres humanos a Alina.

No es algo sencillo de explicar o de ejemplificar, pero sí de representar, puesto que su propia interpretación es dependiente de la ideología y planteamientos que maneje cada persona expuesta a ‘Lejana’. En el cuento encontramos a dos Alinas totalmente diferentes, que después se encuentran y resultan ser una sola mujer. Pero, surge la duda de cuál es la verdadera Alina, cuál es el inconsciente de Alina, cuál es el verdadero ‘yo’ de Alina, y en dónde está el real y el irreal de Alina. Cortázar aborda de manera interesante su propia concepción y la introduce en Alina.

Dentro de todo lo expuesto en ‘Lejana’, Julio Cortázar muestra una concepción del ‘yo’ y del ‘otro yo’, o de varios, generándonos la duda de si ese yo que mostramos es el ‘yo real’, o si es el ‘yo irreal’, y lo mismo con las otras personalidades del ‘yo’. Pero esta dualidad tan dudosa se puede mostrar dependiente del ser humano que la observa, puesto que la forma de pensar de las personas influye en la concepción sobre eso que es real, y eso que es irreal, tanto en las cuestiones del conocimiento, de la vida, y por supuesto, las cuestiones relacionadas con el ser.

Tenemos que partir de diferentes planteamientos y pensamientos, además de tomar diferentes posturas para abordar el tema de lo que es real e irreal. Según uno de los filósofos clásicos fundamentales para la historia, Platón, se plantea algo que es la dualidad del conocimiento o de la verdad; esto es, que el verdadero conocimiento y todo lo verídico están en la mente, en la razón y en el interior de las personas, y que lo falso es lo exterior, determinado por nuestros sentidos. Por lo tanto, lo real es lo interno, y lo irreal es lo externo. Desde este punto de vista podemos afirmar que entonces la Alina que se muestra al exterior, que de todas formas no sabemos quién es, no es la verdadera Alina, sino que es la Alina interior la que hace parte de la realidad y necesita de la irreal para complementarse de una manera idealizadora, realizadora, y superadora de la identidad parcial de la persona, para luego ser mejor persona, o convencerse de ser alguien mejor.

Al haber tomado una postura idealista con respecto a la verdadera identidad de Alina, y de cuál es el mundo real e irreal en los cuales ella se desenvuelve en su diario, es justo tomar una postura más empirista. Según la base general del movimiento filosófico conocido como empirismo, entendemos que es a través de la experiencia por la cual hallamos el verdadero conocimiento, y que la verdadera realidad es, por consiguiente, lo real es lo que se encuentra en nuestro exterior y es lo que percibimos. Sencillamente podemos interpretar que la Alina que se muestra a la sociedad y al mundo es la verdadera Alina, y la Alina que vale, puesto que la otra es algo irreal, y no es verdadero, y no hace parte total de lo que es Alina, pero que de una u otra manera afianza la personalidad que se presenta al mundo material.

Ahora bien, hemos tomado posturas con rasgos increíblemente grandes para ejemplificar lo que podríamos decir qué es lo real y qué es lo irreal en las personalidades de Alina, pero no hemos tenido en cuenta el hecho de que Julio Cortázar toma sólo dos personalidades para mostrar o representar el hecho de que el ‘yo’ está conformado por muchos ‘yos’ y que el concepto de ‘otro yo’ es erróneo en ciertos sentidos.

Dentro de las dos Alinas del cuento y sus respectivas personalidades, encontramos diferencias marcadas relacionadas con la vida que lleva cada una, pero al final nos damos cuenta que es una sola Alina, por lo cual deducimos que ambas Alinas hacen parte de un solo ‘yo’, y que no es ni la una ni la otra el ‘verdadero yo’ como tal, sino que la unión de diferentes personalidades o aspectos de un mismo ente, conllevan a la formación de un ‘sólo yo’. En este sentido, diferentes personajes de la literatura han indagado en estas consideraciones, por lo cual Cortázar no es el único en exponer esta postura, pero no sólo la expone, sino que la pone en duda. Alina nos muestra que el producto de Alina como tal, es debido a factores como la Alina que se muestra en el exterior, y de las Alinas que están reprimidas en la mente y el interior del cuerpo de esa Alina exterior, y al encontrarse estas mismas, que encierran una inmensa cantidad de pensamientos, sentimientos, acciones, impulsos y recuerdos, es que llegamos a conocernos a nosotros mismos, a conocer nuestra propia esencia, y eso es lo que nos define como seres humanos. Además, no es sólo conocer nuestra propia esencia, sino saber focalizar o manejar todas estas personalidades, y mantenerlas caminando juntas en nuestro transcurrir por el mundo, puesto que se generará después la necesidad de que estas personalidades o partes de nuestro ‘yo completo’, se unan para generar paz en el alma, tal y como ocurre con Alina en el cuento.

Dentro de estas pequeñas y generales consideraciones y concepciones, encontramos que el ser ‘yo’, es algo difícil de definir, y que, vagamente podemos decir que tanto la unión de ese ‘yo’ externo y el ‘yo’ interno, encontramos ese proceso platónico-agustiniano de la introspección, para conocernos a nosotros mismos, también planteado por Sócrates, para llegar a abarcar más ampliamente el concepto de lo que somos cada uno de nosotros, a través de todas nuestras personalidades, que se muestran y se esconden en nuestra materia corpórea. Al entender que todos estos conforman el mismo ‘yo’, entendemos que tanto el ‘yo’ externo como el interno pueden ser reales, puesto que hacen parte del mismo concepto y concepción, y que no hay razón para tratar por separado partes del mismo ‘yo’, porque pertenecen a lo mismo. Cortázar nos pone en duda sobre qué es lo real e irreal de cada uno de nosotros mismos para al final hacernos caer en cuenta que necesitamos de cada una de nuestras partes para conocernos y para, al final, entender que existimos, que somos reales, y que todas estas partes y aspectos de nosotros mismos conforman una sola sustancia conocida como ‘yo’.

miércoles, 22 de junio de 2011

El hecho de ver y ya no ver.

Yo soy ese que te observa y que te contempla en los soles y las lunas. Yo soy ese que te acompaña en tus pasos y sollozos durante los caminos del espíritu. Yo soy ese que escucha y que mira con órganos sinceros mientras tu corazón se limpia. Yo soy ese que te espera y te perdona sin rechistar, y que finaliza con una sonrisa de niño. Yo soy ese que dice amar cuando ese nivel cósmico del amor ya lo ha superado.

Hablar de los amores es hablar de cosas para pensar y sentir. Hablar de vos es no decir nada. Hablar de vos es sentirlo todo.

Así el cielo esté estrellado o encapotado, siempre lo observo preguntando si algún día alguna estrella aterrizará en mi mundo para acompañarme por mi sendero de costumbres no tradicionales. Mi álbum de sonrisas sinceras se llena más y más, día a día, con el recordar de cada instante invertido y desperdiciado en vos, en vos y yo. Llego a pensar que tal vez no soy la luna de tus noches ni el sol de tus mañanas, pero quisiera serlo. He tenido la oportunidad de ver tantos atardeceres y tantos amaneceres, que descubro que espero tanto ver el uno que cuando menos me doy cuenta, estoy viendo el otro. Así me ocurre con vos.

No son necesarios muchos besos ni muchas noches de placer y corporeidad. No son necesarias muchas conversaciones ni muchos cafés para sentir amor. Un sólo abrazo es suficiente para sentir dos alma estremecerse y crear caos en sus materialidades generando eso que muchas veces banalmente osamos llamar amor.

No puedo decir que fuimos un error porque ni tu ni yo lo fuimos. Fuimos y somos una perfección dentro de lo que es el ser humano como alguien que siempre se equivoca, y además, no nos arrepentimos. Todos los días pienso en que soy feliz, pero es una felicidad que camufla a la tristeza, porque la felicidad la tuve antes, la perdí y ahora el vacío es grande.  Siempre se busca mejorar, pero la paciencia es el don de los sabios y yo debo esperar cosas mejores. Sin embargo, nada me impedirá fabricar una sonrisa sincera y difundirla a mi entorno y  poder se la pequeña luz de algunos refugiados en mi cariño y pensamiento. Yo voy a correr por pastizales inventados para volver a escuchar esas palabras viejas que no escucharé más. yo volaré en mi propia constelación cromática, y estaré bajo los astros rabiosos pacientes de gestos amorosos. Seré uno de ellos.

lunes, 13 de junio de 2011

Un tres.

Después de haber dejado esto por cierto tiempo, hoy vuelvo, para expresar un pensamiento colectivo, algo que vale la pena hacer notar.

Todos los días nos levantamos siendo los mismos, pero cambiados, viendo algunas cosas de la misma forma, y otras de una muy diferente. Pero siempre queriendo pararnos de la cama y caminar, seguir el día y no quedarnos en el sueño. Queremos vivir. Vivir bien. Y además, reir. Por eso es que nos levantamos con buen humor a veces, y otras con mal humor, pero que al ducharnos, al desayunar, al ver las nubes, al ver caricaturas, videos y simples programas, logramos alegrarnos y decir ''hoy será un buen día''.

Nuestra mente es muy positiva, es una voladora rebelde, que vuela todo lo quiere y cuando se cansa se cae como un misil hasta chocar y tocar fondo en la realidad. Pero nuestro día es bueno aún. Estamos en la tierra. ¿Y qué tiene la tierra? Bueno, hay aves, hay personas, hay flores y mariposas, hay cielo bastante para observar, hay mcuhas cosas para hacer y estar feliz. No todos los días son buenos, ó, mejor dicho, no transcurren bien, y que siempre nos hacen caminar con paso lento y desanimado, como con pereza, porque inconscientemente deseamos quedarnos ahí parados pensando y reflexionando sobre lo que ocurre en el día.

Pero siempre hace falta el regaño, el consejo orgulloso y el comentario que le haga a uno notar que uno vale, que uno es una persona, que tiene valores y que la felicidad es el objetivo de todos nosotros. Pasar una tarde con dos amigos sintiendo el viento correr por todo el cuerpo, entrando hasta en nuestras venas y saliendo con todas nuestras impurezas y malos pensamientos; ver un atardecer de todos los colores, que haga recordar momentos hermosos, y que lo traslade a uno al horizonte indivisible y que nos haga dejar de pensar; fumar un cigarrillo con un gran amigo, tomar una limonada y comer un helado con una gran amiga. Todo un punto de encuentro de pensamientos y sentimientos frustrados, que nos une en la amistad y en la incondicionabilidad, requerimiento importante para la confianza total, que terminará como siempre en una muy buena amistad, y en el olvido de los problemas para estar bien. Todo es factor de una risa incontrolable por los males y pesares de todos, que nos produce una felicidad igual o mayor a la que teníamos cuando despertamos ese mismo día.

martes, 7 de junio de 2011

...(7)

Sentir la mirada de una persona no es ver si tiene una mirada triste, alegre, o una mirada solitaria. Es observar una vida diferente a la nuestra que se revela en dos pupilas poderosas y recorridas de sentimientos, cicatrices e historias, que han marcado nuestro cuerpo. Observar la mirada de una persona es saber que esa mirada te ha brindado confianza para que puedas observar su expresión detenidamente, y deducir qué ha ocurrido con su alma y qué oculta a la materialidad.

Una mirada puede decir muchísimo más que los discursos más elaborados y expresivos del hombre, puesto que el alma no se puede reflejar en oraciones ni en palabras, sino en expresiones, del cuerpo que ha nacido de la tierra en la que moriremos todos. Una mirada es un ser, un alma y no sólo una historia, sino muchas.

Observar una mirada es tarea, oportunidad y poder, y lograr producirla, entenderla y captarla, es de todos, pero fijación de pocos.

lunes, 6 de junio de 2011

Momentos pequeñitos.

No encuentro en mis palabras algo más para decir, puesto que ya he dicho todo lo que es posible decir. Sentir admiración hacia alguien es respeto y afecto, además de amistad. Un abrazo no es un abrazo sino un lazo. Pero ahora no encuentro en dónde pararme. Es uno de esos momentos en los que me pregunto en dónde estoy parado y hacia dónde mirar, existiendo tantas cosas por observar y querer. Pero ¿qué escoger primero? Difícil. Muy difícil.

Entrar a ciertos estados del corazón y del sentimiento es un poco complicado porque no estamos acostumbrados a entrar a esos estados, pero siempre debemos estar felices de entrar cada vez que podamos, y gozarnos ese corto tiempo. A veces no entiendo cómo funciona ese reloj- montaña rusa del amor, y creo que aún no es tiempo de entenderlo, y sin embargo, sigo recorriendo mis caminos, atravesándolos con mi propia identidad, la que se dice es explosiva y no comprendida. El sentirse físico y material no es un completo sinónimo del amor, o al menos no para todos, puesto que todos somos diferentes y tenemos concepciones diferentes, y estoy contento de no tener esa pequeña concepción. Entiendo que a veces es complicado para la persona emitir un juicio verídico de mí mismo, pero no me esmero en mostrarme de cierta forma, sino como sea que salga mi espíritu enérgico.

Pensar en el cariño repentino o en el apreciar comentarios profundos pero cómicos, es algo difícil de decidir. Sin embargo, yo encuentro tiempo para descansar en mi interior, y tiempo para callar y observar cómo el entorno actúa sin mi notable intervención. Sentir caricias pequeñas y palabras bonitas repentinamente y de vez en cuando es grato para un cuerpo que no ha creado esa costumbre, y la creación del anhelo de que sea cotidiano se desvanece inmediatamente después vivido aquel fugaz instante de regocijo y leve felicidad. Pero yo ahora me encuentro dentro de mi espacio, mi burbuja y mi ser y sentir; sin embargo, logro tener el valor para decir que siento, y que tengo algo más por sentir. Esperar será el fin, pero sentir es el camino que ya estoy recorriendo.