sábado, 12 de marzo de 2011

Y aquí estoy yo.

Y aquí estoy yo. Sentado en mi cama intentando hacer una vaga pero a la vez detallada descripción de mi lugar más íntimo y personal en estos momentos. Me encuentro en la ausencia de estrellas en una noche encapotada, siendo el brillo de las nubes tempestuosas lo que ilumina mi ventana, abierta, por si algún espíritu quiere acompañarme en estas noches solitarias. Mi cortina invisible en la oscuridad impide que entre demasiada brisa a este ambiente sólo mío, y me permite observar la luz nocturna. 

Acá, en esta tierra, en esta dimensión que he diseñado yo mismo, logro divisar cada uno de mis aposentos de una manera bastante precaria, ya que no logro ver a través de la penumbra ni de la oscuridad. Acá estoy sentado con una bufanda, un buso con capota, una camiseta, y un pantalón nuevo, pasando el clima que no es parte de mi costumbre. “Violently Happy” de Björk me hace entrar en introspección, y acompaña el ruido próximo y ya constante de la hora muerta junto con mi alma alterada.

Abrazo mi cojín como si fuera la única persona que lograra brindarme un abrazo poderoso y me permitiera dormir en paz, aunque sepa que debo cumplir a cabalidad con mis deberes. Me acompañan las envolturas de los dulces de café y de maní salado que he estado consumiendo toda la noche para pasar el tiempo y no sentir hambre. Entonces suena “Brightly Wound” de Eisley  se reproduce mi sonrisa al compás de la voz de Stacy y Sherri DuPree que logran fabricar una explosión de armonía que entra en mi interior para darme esa satisfacción e impresión de felicidad. Ése es el sonido de mi ambiente, mientras yo no veo nada. Bueno, está bien, veo esta pantalla, vagamente el cielo oscuro como el jardín de mi casa que diviso en el primer piso, y los objetos encima de la cama. Cada uno cumplió su relevancia en el día y han ganado el privilegio de mantenerse conmigo hasta la hora en que mi cuerpo no de más.

Suena “When I Grow Up” de Fever Ray, y quedo inmerso en ese ambiente psicodélico y alucinante al cual me transporta la canción. Estoy aquí, pero también en un allá que no sé cuál es. Siento a mi habitación muy desordenada, lo percibo, aunque no pueda comprobarlo. Siento el cansancio, producto de muchas noches desveladas en pensamiento vagos y otros muy propios, que no comparto ni con este mi ambiente, mi identidad y personalidad. Se quedan en un capullo para nunca florecer como mariposa ni nada. 

Y como ya siento que la soledad sale y entra por mis poros como si mi cuerpo fuera su hogar, noto que es hora de partir; es hora de irme a la tierra del subconsciente, y soñar cosas raras como siempre, pero que nunca recuerdo, pero serán mi entretenimiento mientras vuelvo a este sitio inhóspito de lo que quiero a mi lado. Y como hace mucho no lo hacía, concluyo mi velada y la descripción de este sitio tan especial para mí, tan ajeno y a la vez tan ligado, tan testigo de mí mismo, con “Charm Attack” de Leona Naess, alegrándome y animándome a irme de aquí. Así que hasta dentro de unas horas, mi querido consciente solitario.

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