domingo, 27 de marzo de 2011

Uniendo.

Hoy te veo rondar en mi habitación. Ayer estabas lejano. Ahora mi cuerpo se encuentra perdido en una cama que no sé si es mía, nuestra o ajena. Sólo sé que me encuentro en el silencio de una noche que no será mi noche. Sólo siento mi cuerpo erizarse completamente en la ausencia de un sol frío que me acompañe.

Ya estoy empezando a dormirme, pero tengo miedo de hacerlo. No quiero olvidar momentáneamente nada de lo que ocurre. Todo me perturba, todo me asusta. Asesinaría a toda presencia existente en mi espacio menos la del silencio y la soledad. No te acerques. Te encontraré en ese sueño hipnogógico que no quiero que se repita, pero que inevitablemente se repetirá todas las veces que yo no quiera. Sin embargo, lo necesitaré. Te necesitaré cerca mío, paralizándome y acabando con mi alma.

Están tus sueños bailando y estoy yo ahí, moviendo mis crespos, formando una trenza entre tú y yo, y formar un solo camino para los dos. Estamos en estos dos bloques fríos, muy lejos el uno del otro, y yo sólo espero volver a entrar a esa cabina y encontrarte casualmente y predeterminadamente darte un beso, sólo un beso. Ahí desapareceré. Seguiré como el mismo hombre perdido y solo que camina por las calles sin saber a dónde irá. Yo lograré conmover tu cuerpo y jamás entrar en tu corazón, pero haré que tus palabras vengan del corazón. No entraré, me teletransportaré a tu corazón y ahí viviré.

Me mantengo en la noche, firme, y temblando algunas partes de mi frígido cuerpo, que muchas veces has visto perder el control. Espero tu llegada triunfal a mi cuerpo y a mi corazón, aunque tenga la certeza de que ese día nunca será. Seré amante, paciente eterno, que morirá en el intento. Ahora voy a escuchar la frialdad con que la vigilia me abandona, y la inconsciencia me arropa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario