martes, 26 de julio de 2011

Transpiraciones nocturnas.

Nunca una risa deja de ser falsa puesto que siempre habrá de tener algo que ocultar. El problema es que ya no te sonrío, y mucho menos río. El problema es que perdí el rumbo, el camino y el destino mientras intentaba volar. Ahora me doy cuenta que por más que lo intenté, no estaba a mi alcance, ya que, el cielo está hecho para verlo, dedicarlo, maldecirlo y llorarlo, y yo debo seguir acá.

He perdido amigos, conocidos, oportunidades, experiencias y posibles amores, pero no perdí un amor que parece que esperara a que lo perdiera. Las palabras se deslizan por mi piel sudorosa y furiosa, cortante e imperfecta, que se convence y sabe que el amor no lo perderá jamás. Por todos esos caminos que se desvanecen al amanecer de un llanto lunar; por todas esas estrellas que se opacan con una persona mejor; y por todas esas vivencias que se olvidan al ser reemplazadas por un nuevo amor. Por ahí voy yo.

Y es que de tanto llorar, gritar y golpearme, ya no te muestro sonrisas; te muestro mi amor. Ahora te estoy mostrando lo que mi corazón y mi espíritu decían y callaban muchas veces; te muestro el intento de una vida por hacer vivir a otra vida, de crear otra y de mejorar otra más; te muestro las ganas y el propósito de ser feliz; te muestro mi cuerpo y toda mi imperfección; te muestro mi sabor y mis ojos que ya no miran al cielo. Opacaste a las estrellas, desvaneciste el camino y me hiciste maldecir al cielo, y ahora me haces mostrar mi amor, desde el interior de mi propio cadáver defectuoso y libre, para decir que no es el momento, el tiempo ni el lugar de ser feliz. Ya no encuentro un océano; no encuentro una canoa, ni mucho menos una estrella en mi camino que guíe al que se perdió en el universo de otro espíritu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario