miércoles, 30 de mayo de 2012

Mañanitas.

Mañanitas es la primera en llegar, pero siempre llega corriendo en puntillas de tal forma que nadie la ve ni la escucha. Los pasillos son sus cómplices diarios y hasta el momento no la han delatado en lo absoluto. Mañanitas sigue siendo Mañanitas, y así la quieren todos. Siempre llega de primera y no se va a dormir sino que hace que ha madrugado a realizar sus actividades cotidianas. Luego, después de almorzar, decide dormir hasta que se despierte, vuelve a salir y regresa en puntillas por los pasillos de la casa.

A Mañanitas la conocí en una fiesta en la que yo ya estaba un poco ebrio, mientras que ella estaba un poco tímida. Ella me lanzó miradas y sonrisas pero nunca me habló. Entre canciones y cigarrillos yo veía a Mañanitas hacer lo suyo lentamente. Tras muchos tragos y un pase propiciado por Mañanitas, terminé en la cama con ella. Nunca habló, yo siempre me quejé. Yo siempre disfruté. A Mañanitas no la encontré cuando desperté, puesto que se había ido a su casa a pasar en puntillas por los pasillos y a hacer que madrugaba a realizar sus actividades cotidianas.

En todo lado aparece y arma recuerdos maravillosos, pero siempre se va cuando nadie se da cuenta. A Mañanitas la he disfrutado en varias ocasiones. En otras simplemente la veo odiosa y un poco rígida, pero así son sus días. No fuma mucho porque los cigarrillos se le acaban rápido y cuando no tiene no hay quién le venda o le regale. No la gusta andar emperifollada sino desarreglada y fresca. A Mañanitas le encantan los tennis y las botas para no hacer ruido cuando camina en puntillas por los pasillos de la casa.

Hace mucho tiempo no la veo. Me he resistido, he de confesar, a su cuerpo bello y natural. Me he resistido a despertar y no verla a mi lado. Me he resistido a gozármela sin límite. Pero a ella no le importa. Ella sigue bailando y regresando a casa a repetir el ritual de todos los días. Mañanitas tiene monotonía y dinamismo intercalados en su jornada y al parecer así lo disfruta. Tengo que tomarme unas cerveza con Mañanitas en estos días.

domingo, 6 de mayo de 2012

La despedida descargada.

Quiero decirle que lo he olvidado. Quiero decirle que la tinta no desaparece con borrador. Quiero contarle, pero esta vez desde lejos, que el tiempo ha logrado su cometido, y nos ha mantenido siempre lejos, bajo algunas excepciones. Las sonrisas tienen color cicatriz en estos momentos y los recuerdos tienen tonos sepias, los cuales se conservarán hasta siempre.

Como dice Manu Chao, "Ya estoy curado, anestesiado, ya me he olvidado de tí. Hoy me despido, de tu ausencia, ya estoy en paz". Ya no hay dolor, no hay tristeza. Cada esfuerzo sacado por mis hombros dolidos y rasgados para lograr un encuentro a nulos centímetros, acompañados de llantos y sonrisas que hasta el momento no puedo olvidar, han pasado a ser solo una fotografía vieja y atestada de moho. Su ausencia ha dejado de ser un martirio para mis noches y sus indiferencias se han convertido en las indiferencias típicas de un transeúnte cualquiera. 

Las mentiras murieron y se enterraron solas. Ahora soy viudo de ellas, pero vivo feliz en la ebriedad, las letras y el erotismo. Sus reprobaciones sobre mis comportamientos ya me tienen sin cuidado, porque siempre haré lo que me atrae y no lo que usted considere correcto. Las preocupaciones respecto a sus consideraciones ya dejaron de existir porque ahora soy yo el indiferente. Si fumo hierba hasta sentir el peso del mundo sobre mí, o si consumo licor en cantidades desmesuradas, son de mi incumbencia, y más de mi incumbencia explícita, es si estoy en la cama con alguien o muchos alguien a la vez. 

Todo suena como cuando uno le dice a los papás que ya uno verá qué hace porque uno es grande, pero es algo más o menos así. Me he desatado de sus cadenas, de sus sentimientos, de sus besos falsos y de sus palabras percudidas. Ahora me siento libre. El vino me terminará de curar y una sonrisa bailará conmigo hasta el amanecer. 

Puedo decirle gracias a usted por la sonrisas puras que me creó, a pesar de la escasez de valor de sus palabras, pero eso ya es irrelevante para mis pensamientos. Me sigo comiendo las uñas sin nadie que esté reprochándome los comportamientos que son efecto de mi ansiedad. Sigo fumando cigarrillo sin que me hagan mala cara porque así me quieren. Puedo amanecer, puedo beber, puedo dormir y puedo andar en estas calles tristes sin que me recriminen desde la lejanía. Puedo dejar de soportar llantos por amores pasados, producto de sus malos actos. Ya no tengo que lidiar con niños pequeños.

Todo este momento triunfal para mi ideología es como haber abortado a un hijo no deseado, que al principio decidí dar a luz con resignación, pero estuve a tiempo de botarlo a la caneca. Usted no dio vida, solo esperanza frágil. Mis palabras resentidas son el producto de muchas noches pensando, de muchos intentos fallidos y muchos intentos en vano. Todo esto acude solo a decir 'adiós'. No me duele ahora decirlo, pues 'Ya están domados, mi sentimientos, mejor así". No olvidaré, simplemente dejaré de tener presentes estas cosas que, ahora que lo pienso, me dan ganas de patearme a mí mismo y decir "qué falta de carácter".

Todas estas situaciones encarnadas en mis lecturas, que las golpean y las destrozan, han cambiado un poco mi mente, y ahora solo quiero disfrutar, lograr mis propósitos, y no estrellarme con un pelmazo que piensa en sí mismo. No quiero ver a alguien que oculta sus encuentros, y que olvida lo espiritual con lo meramente carnal, desligándolos completamente. Quiero decirle, que ya todo se quemó, que todo está en el recuerdo. Ahora, solo una sonrisa de satisfacción y un cuerpo joven y cicatrizado es lo que aprovecharé desde este momento. Ahora puedo vivir plenamente. Adiós.